Durante las últimas décadas, México ha experimentado una transformación política y social profunda marcada por la alternancia de partidos, el surgimiento de nuevas fuerzas, y la promesa reiterada de una democracia más justa y funcional. Sin embargo, el desencanto ciudadano crece ante la incapacidad de los partidos tradicionales para atender las causas más sentidas de la gente: la seguridad, la educación, la pobreza y la desigualdad. Además, el creciente centralismo ha debilitado la independencia de los poderes y erosionado las capacidades de estados y municipios, alejando decisiones fundamentales de las personas que las viven en carne propia. Ante este escenario, surge una necesidad urgente: la creación de un nuevo partido político que ponga en el centro de su agenda a la sociedad, sus demandas y sus derechos.
La desconfianza hacia la política y los partidos en México es palpable. Según diversas encuestas nacionales, más del 70% de las personas consideran que los partidos políticos no representan sus intereses. El panorama se agrava al observar el desempeño de la seguridad pública: la violencia y el crimen organizado continúan siendo el mayor reto cotidiano en muchas regiones del país, mientras que las promesas de combate y prevención rara vez se traducen en cambios tangibles y sostenibles. La población resiente que las estrategias de seguridad suelen estar dictadas desde el centro del país, sin considerar la diversidad de contextos y realidades que enfrentan estados y municipios.
En el ámbito educativo, la brecha es cada vez más notoria entre las zonas urbanas y rurales, y entre las entidades con mayores recursos y aquellas históricamente marginadas. Las reformas educativas, en su mayoría diseñadas y ejecutadas por organismos federales, han dejado de lado las propuestas locales, ignorando la experiencia de los docentes y las familias. El resultado es una educación que no responde a las necesidades concretas de la niñez y juventud mexicana.
La pobreza y la desigualdad siguen siendo heridas abiertas. México es uno de los países con mayor desigualdad en Latinoamérica, y el impacto de políticas centralistas ha sido insuficiente para revertir esta tendencia. Los programas sociales, aunque valiosos en ciertas circunstancias, no alcanzan para transformar las condiciones estructurales de marginación, y se diseñan y distribuyen bajo criterios políticos, no técnicos ni sociales.
El centralismo político y administrativo ha sido una constante en la historia nacional agravado con la llegada de MORENA al poder. Las decisiones más importantes sobre distribución de recursos, seguridad, educación y desarrollo económico se toman desde la capital, relegando la autonomía de las entidades federativas y los municipios. Este fenómeno limita la capacidad de los gobiernos locales para responder a las demandas de sus comunidades, innovar en políticas públicas y ejercer una gestión eficiente y transparente.
La falta de independencia de los poderes, ha generado una concentración de poder en el ejecutivo federal, mientras que los congresos locales y los poderes judiciales a menudo responden a intereses partidistas o se ven sujetos a presiones externas. La recuperación de la independencia de los poderes es una condición indispensable para el fortalecimiento democrático y para asegurar la rendición de cuentas y el respeto al estado de derecho.
La creación de un nuevo partido político no es un simple capricho ni respuesta a la coyuntura electoral. Es una necesidad derivada del agotamiento del sistema actual y de la urgencia de construir un proyecto que recupere la fe en la política como herramienta legítima de transformación social. Un partido verdaderamente nuevo debe asumir compromisos claros y firmes:
Seguridad ciudadana desde lo local: Impulsar estrategias de prevención y atención al crimen construidas desde los municipios y estados, involucrando a la comunidad y respetando la pluralidad de contextos.
Educación pertinente e incluyente: Apostar por modelos educativos que respondan a las realidades locales, fortaleciendo la formación docente, la infraestructura, y el acceso universal a la tecnología y la cultura.
Combate frontal a la pobreza y la desigualdad: Promover políticas públicas basadas en evidencia, enfocadas en la generación de oportunidades, la movilidad social y la redistribución equitativa de los recursos.
Independencia de los poderes: Garantizar la autonomía de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial tanto a nivel federal como estatal, blindando sus decisiones frente a intereses ajenos y promoviendo la transparencia y la rendición de cuentas.
Fortalecimiento de estados y municipios: Transferir competencias y recursos a los gobiernos locales, permitiendo que sean protagonistas en la construcción de soluciones acordes a sus retos y aspiraciones.
La confianza en la política y los partidos solo se puede recuperar con hechos. En México Nuevo Paz y Progreso para ti, apostamos por candidaturas ciudadanas. Queremos abrirnos a la sociedad, escuchar de manera activa a las personas jóvenes, a quienes viven en las periferias, a las comunidades indígenas, a las familias trabajadoras, a quienes han sido relegadas por los partidos tradicionales.
Asimismo, la transparencia y la lucha contra la corrupción deben ser principios fundacionales. No basta con prometer; se requiere demostrar con acciones y resultados concretos que el partido responde a la exigencia de una sociedad más justa y equitativa.
El diseño de un partido moderno implica repensar la relación entre sociedad y gobierno. La democracia participativa requiere canales permanentes de diálogo y colaboración entre ciudadanía y autoridades, y la construcción de plataformas donde se escuchen todas las voces. El federalismo, entendido como el empoderamiento de los estados y municipios, es esencial para que cada rincón del país pueda decidir sobre su destino y enriquecer el proyecto nacional.
Queremos construir un partido relevante para el México del siglo XXI que incorpore herramientas tecnológicas que faciliten la comunicación interna y externa, la toma de decisiones colectivas y la vigilancia ciudadana sobre el ejercicio del poder. La apertura a la innovación y la adaptación de mejores prácticas internacionales deben ocupar un papel fundamental en la transformación política.
México enfrenta desafíos enormes, pero también oportunidades únicas para transformar su presente y futuro. La creación de un nuevo partido político centrado en las causas más sentidas de la gente y en la recuperación de la independencia de los poderes y el fortalecimiento de estados y municipios es una tarea impostergable. No se trata solo de ganar elecciones, sino de construir un país donde la seguridad, la educación, la equidad y la justicia sean realidades palpables y cotidianas. Es tiempo de dar voz y poder a la sociedad. Es tiempo de apostar por el cambio profundo que México merece.
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