Hace siete años México inició una era de imparable descomposición, basada en el engaño, la ilegalidad y la traición a los ciudadanos.
Con la esperanza rota, transformada en decepción y en muchos casos en tragedia, los mexicanos somos testigos de la violación sistemática de la legalidad y del enriquecimiento inexplicable de funcionarios: somos observadores amordazados y amenazados, siempre víctimas de los abusos de un poder agigantado inconstitucionalmente.
El quebrantamiento de las instituciones y su destrucción, la desaparición de órganos autónomos formados e impulsados por la Ciudadanía, tiene un propósito fundamental: desmembrar a la República, para dar lugar a la tiranía, al reinado del terror, implacable y absoluto, casi una monarquía donde los vasallos son sometidos en beneficio de unos cuantos.
La opulencia, el gasto ofensivo y las contradicciones ideológicas son la tónica del actual régimen, la burla a la buena fe de la gente, son su ejercicio cotidiano: el pueblo pobre, con un gobierno rico es, cada vez más, la única realidad imperante. Es el cáncer que corroe la estabilidad y la justicia social en el México morenista
México está fracturado pero no derrotado; está confrontado pero su esencia y genuina identidad claman por recuperar espacios de expresión, desarrollo y sana cohabitación.
México ha dicho basta, la escasa participación ciudadana en comicios constitucionales y también en elecciones aberrantes es muestra fehaciente del rechazo frontal a la cuarta transformación, que es sinónimo de deformación impuesta, dedicada a publicitar farsas, disfrazar errores y sojuzgar a una población que ya no sabe a quién exigir resultados.
La oposición, inconexa y desarticulada, es una pálida caricatura de intenciones sin convicciones. No hay partidos que representen cabalmente a la sociedad en sus distintas expresiones urbanas, rurales o indígenas.
Hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, al margen de sus derechos históricos y de las oportunidades prometidas, padecen todo tipo de excesos y atropellos, de carencias, indefensión y fragilidad.
Incluir fue el verbo de los discursos propagandísticos, de los panfletos y de las extensas mañaneras, pero en los hechos es una mofa sangrienta que refleja la segmentación de la sociedad, las tropelías y excesos del poder imperante.
La segmentación deliberada, provocada por el gobierno actual, pretende debilitar cada vez más a la gente, así con un pueblo enfermo e ignorante, sin salud y sin educación, no habrá ni exigencias ni demandas que cumplir. Ya lo ha dicho la mala llamada izquierda mexicana: “si se les saca del hoyo, nos darán la espalda” sic
Empobrecer a los mexicanos ha sido la consigna. Y lo que parecería el exterminio programado de la vida nacional, en todas sus expresiones, refleja la esencia de sus metas.
México no puede vivir desesperanzado ni debe acostumbrarse al luto y al ultraje. Con autoridades que miran a otro lado mientras las familias entierran a sus muertos.
Suplicar salud y dignidad no es el destino de los mexicanos, descubrir fosas clandestinas, tratando y temiendo encontrar allí a sus seres queridos, no es lo que un pueblo, noble y generoso como el nuestro, merece
La respuesta a los desafíos está en la fuerza de los ciudadanos con voz propia. La energía debe concentrarse en torno a proyectos colectivos consensuales y en torno a liderazgos naturales emanados del corazón de la sociedad.
Queremos un México Nuevo configurado por los mejores mexicanos, los mexicanos que aman a sus familias, y día a día luchan por sus sueños y por una vida mejor.
Un México Nuevo en el que se fusionen buenas ideas con hombres y mujeres limpios y honestos, capaces y comprometidos con la Ley y los principios esenciales de la democracia, la libertad, los derechos y aspiraciones de la comunidad.
Los viejos partidos, convertidos en cascarón, no supieron ni escuchar ni interpretar a los mexicanos. En su agonía, esos viejos partidos, fueron abandonados por sus peores y más vergonzosos integrantes cuyas malas prácticas fueron adoptadas por Morena, sus miembros y sus secuaces.
Como las ratas saltaron del barco, y cómodamente con flamantes cargos, posiciones y sueldos los viejos priistas, panistas y perredistas pusieron sus fechorías al servicio del nuevo amo. La cuarta transformación, donde el nombre del juego se rige por componendas y complicidades.
Tal cual se observa y padece el devenir nacional, los mexicanos también darán la espalda a Morena, como lo hicieron con otros colores que dejaron de representarlos.
Colores que hoy se visten de subordinación con sangre reseca color moreno, color abandono de las causas más sentidas de la colectividad
Sin brújula, sin carta de navegación y sin destino cierto para sus aspiraciones y reclamos; los liderazgos naturales en cada pueblo y región se ahogan carentes de apoyo y en el absoluto anonimato.
Crece la incertidumbre, se agiganta la inseguridad, la indefensión social es innegable como inocultable es ese contubernio entre delincuencia y autoridades, burócratas y transgresores de la Ley son sinónimos, los servidores públicos y los criminales se confunden, se alientan y alimentan entre sí, los recursos económicos son tan grandes que, muchas veces, no es fácil leer las cifras sin separar ceros y tratar de organizar las cantidades incomprensibles y alucinantes.
Los recursos desviados de obras inservibles, ridículamente ejecutadas, por ocurrencia y conveniencia personal, los colosales préstamos internacionales en una deuda impagable y el dinero obtenido por la elaboración y distribución de drogas, la fabricación de huachicol y el tráfico de personas, se mezclan hasta convertirse en un misma y oscura fuente de ingresos de funcionarios, representantes populares y malhechores.
¿Quién es el maleante y quien el vigilante de la ley? Difícil precisarlo en tanto no se rompa el círculo vicioso y nebuloso de los medios de financiamiento y su procedencia.
La impunidad del delincuente y la vulnerabilidad de la víctima es la norma de hoy, la única norma que se acata sin desvíos y sin excepción.
Con un basta en los labios, el hartazgo en sus palabras y la voluntad de salir adelante, los ciudadanos con voz propia, en la diversidad de estados y ciudades, en pueblos y rancherías, se han pronunciado por construir un nuevo partido político, México Nuevo, Paz y Progreso y juntos hemos elaborado un centenar de propuestas que serán impulsadas por el partido para la construcción de ese país que queremos dejarle a las próximas generaciones, un México en paz y en crecimiento, sin pobreza y sin desigualdad en el que todos, sin distinción, tengan cabida.
A partir de la próxima semana iré detallando en esta columna las propuestas que vamos a
presentar a las y los mexicanos en cada una de las causas que nos son comunes y que queremos abanderar desde todos los espacios políticos de decisión.
Imagina tú también un México Nuevo con Paz y Progreso, y únete a la plataforma ciudadana que miles de mexicanas y mexicanos honestos estamos construyendo, llamando a los teléfonos: 55-5606-1894, 55-2924-5017 o 55-2837-3193 o descarga a tu teléfono celular la aplicación Mi Apoyo del INE y afíliate desde tu celular.
No olvides mantenerte informado en El Independiente MX